martedì 23 marzo 2010

Divagaciones dos y medio



Unos de los motivos que me indujeron a dejar la Italia fue un echo aberrante para mis gustos.
Hace como trece años atrás estaba paseando por las calles medievales de Bologna, era una mañana de primavera, aquel periodo del año donde todo se despierta y la pesadez del invierno ya está olvidada, donde las mujeres sacan sus faldas ligeras desde el armario y el viento provoca dulzura y risas y gana de bailar, donde los hombres finalmente te miran a los ojos y todo al rededor se llena de colores.

Se que suena redundante pero es así que va la cosa, las flores explotan en sus colores mediterráneo, los lugares de los encuentros a un vino tinto se llenan de gente interesante, las calles se llenan de gente alegre así como el amigo ganes Michel que encontré feliz y sonriente en calle de los Poetas.

Fue una visión llena de brillo, desde sus dientes blancos hasta su piel negra azul y los colores de su vestido africano. Bello como el sol a primavera.

Afectuoso y educado me abrazó contento, yo feliz de verlo, me creía cosa cuando me abrazaba así en medio de la calle, muchas mujeres me miraban suspirando, pequeños logros de la vida, jejeje. 

Me contó de su graduación, me habló de su papá que andaba orgulloso de el, me habló del regalo que les había hecho el padre, en aquella época diez millones  de Lire, como decir hoy cinco mil dolares. Me habló del sueño que tenia de viajar hacia París y intentar algo allí, la Italia les parecía demasiado provincial.

Pues nos dirigimos al banco, el tenia que cambiar ese dinero que les había enviado el padre. 

Entramos al banco, nos pusimos en cola, y finalmente llegamos a la taquilla donde estaba una señora de mediana edad que miró a mi amigo con aire sospechosa. Cuando Michel sacó el dinero pidiendo a cambio dolares la señora fríamente les dijo de esperar un momento, y al rato tres hombres de la policía estaban golpeando y esposando al amigo mío. No pude hacer nada en ese momento, tuve que mantener la calma, quería ayudar en algo y era más productivo salir de allí.

Pues la primera cosa que se me ocurrió fue llamar al mejor avocado, y así descubrí que ese amigo mío era hijo de un embajador. Obviamente fui super feliz cuando el padre de Michel logró sacarle un montón de dinero al banco por los daños padecidos. 

Me dí cuenta en aquel entonces que no podía vivir en un lugar donde todavía hay que luchar por ciertas cosas que deberían ser superadas. Michel tenía suerte, era hijo de un embajador, ¿que le pasaba si no lo era? 

En Italia el gobierno actual trabaja sobre la estrategia del pánico, del miedo, de la tensión. Crea la base para que explote la guerra entres los pobres. Y no solo en Italia, me parece que el mundo entero padece de lo mismo.

El miedo genera todo el mal de la tierra.


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