venerdì 26 marzo 2010

Sobre Zapata

De Eliseo Alberto

Todos los presos son políticos”, dijo Angela Davis —que sabía del asunto. El martes 23 de febrero de 2010, el albañil y preso cubano Orlando Zapata Tamayo falleció en un hospital de La Habana luego de resistir a voluntad 86 días sin comer. 

Hace menos de un año, el jueves 9 de abril de 2009, el comandante Fidel Castro escribió una Reflexión (publicada en el periódico Granma, “Evo: fuerza moral”) donde decía apoyar al presidente de Bolivia en la “adopción de medidas de lucha que se caracterizan por la fuerza moral que implican”. Horas antes, Evo Morales se había declarado en huelga de hambre “desde el Palacio de Gobierno, exigiendo respeto a la Constitución y la Ley Transitoria Electoral”, bloqueada por senadores de la oposición. 

El presidente Evo Morales afirmó haberse visto obligado a actuar “frente a la negligencia de un grupo de parlamentarios neoliberales”. Su vicepresidente, Álvaro García Linera, presidía el Congreso. Fidel seguía paso a paso el desarrollo de los acontecimientos.

Rafael Dausá, embajador de la isla en La Paz, reportaba vía teléfono, según Fidel nos cuenta en su crónica: “Lo vio (a Evo) absolutamente sereno. Estaba jugando ajedrez con sus compañeros”, asegura en aquella Reflexión. “El pueblo se está sumando a la huelga de hambre (…) La Cámara de Representantes lo apoya abrumadoramente. El problema está en el Senado, donde la oligarquía es mayoritaria (…) Evo bien, animoso y sereno. Ingiere sólo agua”.

En una segunda Reflexión (“Noticias de Chávez y de Evo”) Fidel recuerda una conversación telefónica con el huelguista: “A las 22 y 20 horas lo llamé (…). Tuve el placer de escuchar su voz serena, pero firme, confiado en la justicia de su causa”. Durante cien horas se debatió en el Congreso la propuesta del ejecutivo, desglosada en catorce demandas puntuales, hasta que ambas partes (gobierno y oposición) llegaron a un acuerdo aceptable. El presidente Morales emitió la nueva ley y suspendió su ayuno al quinto día, para tranquilidad de muchos. Se escucharon aplausos en La Paz, Washington y La Habana.

¿Cómo se despejó aquella tormentosa situación? Dialogando. Un hombre en huelga de hambre, un hombre dispuesto a morir por un reclamo que considera justo, debe ser escuchado. Atendido, con todo respeto: en este caso extremo, no hay patriota o malhechor. El estado tiene la obligación de cuidar de él, (desde la cárcel, como el difunto Zapata Tamayo, o desde la sala de su casa, como el moribundo sicólogo Guillermo Fariñas), aun cuando el gobierno y sus instituciones sean los primeros demandados. No se vale responder con insolencia y difamaciones. No se vale decir, como se ha afirmado en La Habana, que Zapata Tamayo es “un delincuente común, con un historial probado de violencia, devenidoprisionero político, se declaró en huelga de hambre para que le fueran instalados teléfono, cocina y televisión en su celda” (Declaración del Secretariado de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba).

Falso. Digan las cosas como son. Zapata Tamayo sólo exigía que se le concediera, en la cárcel, las mismas condiciones de vida que tuvo “Fidel Castro en el Presidio Modelo de Isla de Pinos”, donde vivió sólo 15 de los 330 meses a los que fue condenado, luego del ataque al Cuartel Moncada. ¿Qué condiciones? No llevar uniforme de preso común, contar con un radio, libros, un calentador manual (eléctrico) y la posibilidad de prepararse sus propios alimentos. En carta a un amigo, Fidel escribe desde Isla de Pinos: “Tengo hambre y puse a hervir unos spaghetti con calamares rellenos. Me voy a cenar: spaghetti con calamares, bombones italianos de postre, café acabadito de colar y después un H Upmann 4. ¿No me envidias?”. Sí, muchos presos lo envidiarían. ¿Era imposible llegar a un entendimiento sin tener que pasarse 86 días tragando aire hasta ahogarse?

Guillermo Fariñas, en conversación telefónica con el periodista Carlos Puig, reconoce la atención médica que le han dado algunos doctores cubanos, a quienes menciona con nombres y apellidos para dejar constancia de su gratitud. También nombra al facultativo que le dijo, sin piedad, que “las salas de terapia intensiva, en Cuba, sólo eran para revolucionarios”. ¿Qué pide Fariñas? Bastante menos que Evo: que les dispensen “licencia extrapenal” (prisión domiciliaria) a 26 presos de conciencia, gravemente enfermos en las cárceles de la isla. Y documenta su exigencia. 

No está de más recordar las palabras, tantas veces citadas por estos días, que dijera Fidel en 1981, a propósito de la huelga del joven irlandés Bobby Sands: “La tozudez, la intransigencia, la crueldad, la insensibilidad ante la comunidad internacional del gobierno británico frente al problema de los patriotas irlandeses en huelga de hambre hasta la muerte, recuerda a Torquemada y la barbarie de la inquisición en plena edad media. ¡Tiemblen los tiranos ante hombres que son capaces de morir por sus ideas, tras 60 días de huelga de hambre!”. Todos los presos, sí, son políticos.


Nessun commento:

Posta un commento